A pocos días de conmemorarse la declaratoria de la Independencia del Perú, en un contexto de incertidumbre e inestabilidad dada por la pandemia y los conflictos políticos nacionales, llegamos al “Bicentenario”. Van a ser 2 años de “fiestas patrias” diferentes e incluso raras, diseñadas para eludir la Covid-19 e intentar preservar la identidad nacional. En los años se ha ido consolidando costumbres y tradiciones que generan orgullo y bienestar; como el lucir puesto una camiseta de la selección peruana que para muchos es sinónimo de patriotismo e identidad nacional, o el cantar el himno, o embanderar la casa para dar señal de que se tiene presente el terruño; antes eran los desfiles y disfrutar de la comida peruana, hoy son las ceremonias simbólicas y virtuales que sin duda van acorde a éstos tiempos, pero ¿Cómo sentirse más y mejor peruano visto en una realidad deportiva?
Por ejemplo, antes de la pandemia, el no arrojar basura en los escenarios deportivos, o en la oportunidad de no suplantar deportistas, o no buscar corromper alguna instancia del sistema deportivo para ser favorecido, debió ser razón para sentirse orgulloso. Hoy en día, el obedecer las normas sanitarias en el deporte activado, respetar la deportividad, motivar a un niño a divertirse, contribuir a que más personas tengan un estilo de vida saludable a través del deporte, enseñar a proteger la salud, sumar cooperación y multiplicar esfuerzo por vivir en coherencia a lo que se enfatiza acerca de la importancia del deporte para la salud de todos, es razón para sentirse orgulloso.
El sentirse peruano, debe trascender dificultades y diferencias, para valorar acciones concretas y reales que aporten a una mejor convivencia y desarrollo humano, dentro y fuera del deporte, o ¿es mejor la inercia de siempre? Recuerda que “la vida no tiene sentido sin la interdependencia, nos necesitamos unos a otros, y cuanto antes nos enteremos, mejor para todos nosotros” (Erik Erikson).
Mg. Franz Rivera Mansilla
Psicólogo Deportivo
@franz.riveramansilla
