El GRITAR es hablar levantando la voz más de lo normal para expresar enfado o desaprobación; en tanto el “HABLAR FUERTE” es expresarse en voz alta o elevarla para hacerse escuchar. La diferencia, entre uno y el otro, es la finalidad y la carga emocional. El gritar posee enojo y violencia, mientras el “hablar fuerte” es la maniobra para ser visible y generar atención.
En el deporte, el gritar es una manifestación natural del hincha, dirigente, entrenador y deportista bajo determinadas circunstancias; siendo percibida como algo “común” y aprobada en relaciones cotidianas. Los gritos se vigorizan y se motivan en la interpretación social del deporte es para “valientes”.
El “gritar” se une a la acción positiva del motivar, corregir y sintonizar con la actividad; pero ¿es un requerimiento necesario o es una trasgresión al respeto e integridad de la persona?, está es una polémica que cobija subjetividad, malinterpretación, sobreprotección y abuso de la acción.
El “grito” como única forma de manejo e influencia (estilo) dirigido a deportistas (según la edad), se confundirá en maltrato, generando distancia, malentendidos, resentimiento, sembrando desinterés, aversión, deserción e incluso indiferencia y desobediencia en su momento.
El gritar y el “hablar fuerte” deben ser estrategias de influencia, más no un estilo de dirección constante; incluso como estrategia, deben encajar en circunstancias precisas o individualizadas según las personas a quien se dirige. Ha de ser un “bisturí” en manos de un apasionado líder.
Mg. Franz Rivera Mansilla
franzrivera@hotmail.com
