miércoles, 27 de noviembre de 2013

PSICOMOTRICIDAD PARA NIÑOS


Ps. Franz Rivera Mansilla
La psicomotricidad considera al movimiento como medio de expresión, de comunicación y de relación del ser humano con los demás, desempeña un papel importante en el desarrollo armónico de la personalidad, puesto que el niño/a no solo desarrolla sus habilidades motoras. La psicomotricidad le permite integrar las interacciones a nivel de pensamiento, emociones y su socialización
El objetivo de la psicomotricidad es el desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas a partir del cuerpo, lo que lleva a centrar su actividad e investigacion sobre el movimiento y el acto. La psicomotricidad favorece la salud física y psíquica del niño; generalmente, involucra niños/as hasta los 7 años de edad, y en casos especiales está recomendado para aquellos que presentan hiperactividad, déficit de atención y concentración y dificultades de integración en el colegio, u otros casos.
La Psicomotricidad permite al niño explorar e investigar, superar y transformar situaciones de conflicto, enfrentarse a las limitaciones, relacionarse con los demás, conocer  y oponerse a sus miedos, proyectar sus fantasías, vivir sus sueños, desarrollar la iniciativa propia, asumir roles y disfrutar del juego en grupo, y a expresarse con libertad.
Además de esos beneficios el niño puede también adquirir: Conciencia del propio cuerpo parado o en movimiento; Control de la respiración; Nociones de intensidad, tamaño y situación; Mejora de la creatividad y la expresión de una forma general; Control de las diversas coordinaciones motoras; Discriminación de colores, formas y tamaños; Dominio de los planos: horizontal y vertical; Nociones de situación y orientación; Organización del espacio y del tiempo; Orientación del espacio corporal; Desarrollo del ritmo; Dominio del equilibrio; Mejora de la memoria y Adaptación al mundo exterior.
Las personas orientadas al desarrollo y estimulación de las capacidades psicomotrices en niños y niñas se les denomina psicomotristas (SDP).

martes, 26 de noviembre de 2013

DEPORTE Y EL CRECIMIENTO (II)




Ps. Franz Rivera Mansilla
En torno a la edad más adecuada para el inicio de la actividad física intensa y de deportes de competición, hay que tener en cuenta que la evolución orgánica y funcional no es igual en niñas que en niños.
Considérese: El estado de salud, la preparación física previa y el deporte adaptado a la constitución psico-fisiológica; además de la edad de maduración fisiológica. También es necesario saber que no siempre existe coincidencia entre la edad cronológica y la “edad de maduración fisiológica”.
Existen distintos criterios indicativos de “maduración fisiológica”. Por ejemplo: El sesamoideo del dedo pulgar se correlaciona con la pubertad (fase del crecimiento) y del dedo meñique con la post-pubertad (fase de terminación del crecimiento).
Tatafiore planteó una correlación y extrapolación entre la fisiología del caballo de carreras y la del ser humano. El caballo de carreras inicia el periodo puberal hacia el año y medio, y lo termina a los dos años; a esa edad, ya es sometido a entrenamiento, para realizar competiciones serias a los tres años.
Si comparamos, los tres años de vida del caballo corresponden aproximadamente a los 16 ó 17 años del ser humano; así a ningún criador de caballos de carreras se le ocurre quemar etapas en un potro de 12 meses. Por el contrario, es frecuente ver que dirigentes deportivos, educadores e incluso los propios padres, no solo permiten, sino que impulsan campeonatos oficiales altamente competitivos entre niños y niñas de pocos años, casi en la infancia y pubertad.
Salvo excepciones, no debemos olvidar que “el niño no es un adulto en pequeño”. Los deportes de competición no son recomendables durante el crecimiento, pues de otro modo, “si quemamos etapas” podemos producir efectos nefastos sobre la salud.
Pensemos que “ninguna medalla vale la salud de un niño”, y procuremos por todos los medios que el ejercicio físico y el deporte durante el crecimiento se programen para proporcionar la salud y no la enfermedad (SDP).

DEPORTE Y EL CRECIMIENTO (I)


Ps. Franz Rivera Mansilla 
El crecimiento es un complejo proceso fisiológico en el que influyen numerosos factores (endógenos, exógenos y mixtos), y en tal posición, no está rigurosamente demostrado que el ejercicio físico, por naturaleza, estimule el crecimiento.
El ejercicio físico durante el crecimiento, bien controlado, ejerce efectos positivos sobre el “hábito psicofísico y fisiológico”, Platón afirmó que “los resultados de una buena educación física no solo se limitan al cuerpo, sino también puede modificar el alma misma”, en nuestro siglo, el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, Sherrington dice: “el músculo es la cuna de la mente”.
Sin embargo, el ejercicio físico intenso durante este periodo de la vida, puede tener efectos perjudiciales, siempre que no se realice el debido control del especialista en Educación Física y Deporte, en colaboración con el técnico deportivo (capacitados y conscientes)…”que como sucede en muchos campos de la biología, los excesos pueden ser perjudiciales y deben evitarse cuidadosamente”.
Hoy en día se proyectan actividades físicas durante el crecimiento con la orientación de “Juegos Deportivos Escolares”, que adecuadamente controlados, como ya hemos apuntado, son evidentemente beneficiosos para la salud de los niños/as, influyendo favorablemente sobre la evolución orgánica, funcional y psíquica; además es un excelente medio para seleccionar a futuros talentos deportivos.
Médicos, conscientes en su labor ético moral, consideran que las exigencias físicas y psíquicas a niños y jóvenes atletas, constituyen una forma de abuso socialmente admitido, siendo necesario informar a padres y a los propios niños y jóvenes de los posibles peligros que puede conllevar una actividad física desmedida.
Así, el ejercicio físico se constituye en estrés que puede afectar de forma diversa, tanto a niñas como a niños. Negativamente puede generar el estancamiento del crecimiento, retardo en la aparición de la menarquía, amenorreas, tendencia a la anorexia, descalcificación ósea, escoliosis, descenso de los niveles de testosterona en los niños, etc. (SDP)