La pandemia ha sembrado temores e incertidumbre en todos, y los niños no son la excepción; pero suelen ser los adultos temerosos que forjan miedos orientados al virus, a la muerte, al salir a la calle, a retomar actividades u otros. Previo a la pandemia, los aprendizajes de tareas motrices concebían algunos temores por inseguridad física y por enfrentarse a movimientos poco habituales en medios desacostumbrados como el aire o el agua; a ello se suma, la inseguridad generada por la importancia que cada uno le dé al éxito o fracaso; los temores antes, durante y después de la acción motriz podrían ser muy intensos (Thomas, 2001), y los niños ¿En qué situación retomarán sus actividades deportivas?
El niño “anticipa” mentalmente el daño que puede sufrir (real o imaginario), creando temor e inseguridad del movimiento o inhibición de los mismos; resultando acciones erróneas, daño o lesión. Y al confirmarse su temor inicial, se refuerza o intensifica aún más el miedo. Los temores se agrupan en la inseguridad física y/o psicológica, pueden ser reales o imaginarios; debido a factores internos y/o externos. Algunos miedos pueden ser: Temor al fracaso, a la evaluación negativa, a hacer el “ridículo” en su entorno, a la competencia (dado según signifique la situación para padres o entrenadores) y otros.
El temor es una emoción que aparece con frecuencia en el aprendizaje psicomotriz, y hoy asociado a la pandemia; cuyas consecuencias pueden ser intrascendentes o perjudiciales. En algunos casos se consolida el rechazo, trauma o situación de estrés. Se superan en la confianza y motivación del entorno, en especial del entrenador, los padres y compañeros de juego; y por otro lado, los niños intrépidos que enfrentan el “riesgo” en confianza, tienen un paso adelante. El temor es de los seres humanos y es común sentirlo; por ello, pregunta y escucha sus temores, no regañes, ni obligues, haz un plan o estrategia, y si no pide orientación profesional.
Mg. Franz Rivera Mansilla
Psicólogo Deportivo
@franz.riveramansilla
