Cada 4 años se tiene programada la elección popular de autoridades locales (distritos, provincias y regiones). Ha transitado 3 de 4 años del último encargo municipal, 75% de gestión de gobiernos locales que tuvieron que enfrentar la peste. La pandemia aún no ha llegado a su fin, y el 2022 será un año de electoral, lo cual involucra campañas electorales, “huayco” de candidatos y “lluvia” de promesas; muchos estarán aferrados a los formatos tradicionales de hacer política, minimizando la amenaza latente que significa la Covid-19. Será una “competencia política muy a lo peruano”.
El deporte y la actividad física tiene un aporte social reconocido, pero debería enfocarse en políticas socio-deportivas articuladoras; y no insistir solo en actividades deportivas aisladas y organizadas en un calendario que se repite año tras año, gestión tras gestión, a lado de autoridades y funcionarios, con o sin experiencia en gestión municipal deportiva. Los candidatos generan promesas de carácter deportivo, se disfrazan de deportistas, desempolvan lauros y demás, pero nada garantiza su compromiso real con el deporte; así se “devalúa” la palabra. La campaña electoral usa el deporte para generar reconocimiento y simpatía.
Haciendo siempre lo mismo, y obteniendo resultados similares gestión tras gestión, el deporte social y comunitario poco ha cambiado en el tiempo. Lo común es señalar la importancia del deporte junto a promesas electorales y siendo electos, el mismo queda como paria, “mendigando” presupuesto. Y dejando de lado las escuelas de verano, la organización de algunos eventos competitivos, pocos regalos, reinauguración o inauguración de infraestructura deportiva ¿Cuál es la política de desarrollo socio-deportivo municipal? Fierro y cemento no solo es deporte, competencia no solo es deporte, la promesas y el pasado deportivo no son suficientes. Candidatos “sean dueños de sus silencios y esclavos de sus palabras” (Aristóteles).
Mg. Franz Rivera Mansilla
Psicólogo Deportivo
@franz.riveramansilla